{ MI BOCA TIENE MEMORIA }

 Un chirrido metálico perturba la paz que se respira a las 4 de la madrugada. Ha estado dando vueltas en la  cama desde que se acostó y no ha podido conciliar el sueño. Su cabeza cada día va más deprisa por las noche mientras que por el día parece que lo único que quiere es volver al mundo onírico donde todo carece de sentido alguno.

A su alrededor hay mucho silencio mientras que en su cabeza hay mucho ruido. 

Vuelve a poner su cuerpo boca arriba, con las manos estiradas a ambos lados de su cuerpo mientras ladea su cabeza mirando a la luna que se deja ver tras la ventana de su cuarto. 

Han pasado semanas desde aquel momento y todavía no puede olvidarlo. Ha intentado quitarse las palabras de ella en ese burdo café que una vez sirvió como refugio en un día de lluvia inesperado. Casualmente, ella fue su sol. 

Pasa el dedo índice de la mano derecha por su labio inferior. Recuerda. No puede más. Destapa su cuerpo y se incorpora casi de un salto. Se dirige hacia el armario donde encontrará una pluma y un pequeño bote de tinta. Con esos utensilios en mano camina hacia la mesa del comedor. Le parece que toda la casa está impregnada de ese aroma a lavanda tan suyo y de esos rayos de luna tan misteriosos, tan maravillosos, tan ella. Se sienta y empieza a escribir con esa caligrafía que tantas alabanzas recibió tras escribirle la primera carta.


Querida Kat:

No sé si realmente leerás esta última carta pero espero que sí.

Hace ya varios días que no puedo dormir y lo único que suena en mi cabeza es tu voz. Entonces recuerdo esa noche lluviosa de abril. Y de todo lo que pasó después. ¿Tú la recuerdas? Te hice cerrar más tarde de lo normal, tenías una cita importante y te enfadaste de una manera que incluso la lluvia se empezó a asustar por los improperios que decías al entrar en el café empapado de la cabeza a los pies. No paré de decirte que me perdonaras, que vivía muy lejos de aquí en un español mal cohesionado con mi acento francés. No fue hasta que empecé a estornudar unas seis veces seguidas hasta que tomaste conciencia de que no solo estaba empapado sino también que me iba a resfriar si no me cambiaba de inmediato.

Fuiste muy dulce dejándome un uniforme y sentándote conmigo a hablar. Momentos después escuché tu risa y juro que fue el sonido más bonito que jamás conocí. Tu voz empezó a ser más jovial, más juguetona. Recuerdo que hablamos de Chopin y pensé que era el momento idóneo con la lluvia fuera y tú descubriéndome tu mundo. También recuerdo que te declaraste enamorada del jazz, de los animales, del queso y de mil cosas más que me dieron una rápida idea de cómo eras. Me di cuenta que acerté tiempo después. Tampoco me olvido de que gracias a ti volví a casa bien entrada la madrugada pues a mi coche se lo había llevado la grúa. Era un despistado, sí, pero no tanto para olvidarme de pedirte el numero, a lo que accediste y mi corazón dio un vuelco.


No pude resistir ni tres días y al segundo día, después de dormir largas horas, te llamé. Quedamos tres veces en las que nos moríamos por besarnos pero no fue hasta la cuarta vez que lo hicimos y sentí que tus labios dijeron “voy a arriesgarme" cuando realmente no emitiste sonido. 

Ahora rememoro tus besos. Parece incluso que mi boca tuviera memoria.

No para de llegar a mi mente aquella vez que dijiste que aprendería el idioma besándonos a lo que sonreía un poco y te besaba seguido de un “gracias por ser mi profesora de lengua" y por muy tonto, típico o absurdo que sonase, me respondías también con una sonrisa. 

No solo eso, todavía recuerdo esa manera de morderte los labios cuando estabas nerviosa y que mi respuesta, la mayoría de las veces, fuera besarte para calmarte. Y lo conseguía. 

Llegó el momento de los “te quiero" transformados en besos. Entonces también se incorporaba tu mirada y danzaban en la punta de mi lengua esas palabras no pronunciadas.

¿Sabes qué más recuerdo? Esa noche de Mayo, por las calles de Madrid, en la que tu boca se acercó a mi lóbulo de la oreja y supe, sin que dijeras nada, que deseabas irte a otro lugar. Entonces mis besos pasaron a ser de otra manera, decían que te acompañarían a casa y dejarían que la noche, la música y la pasión se apoderaran de nosotros sin tener en cuenta el tiempo. Hubieron mordiscos que te decían cuánto te deseaba, gemidos que escondían un “no pares" y después de caricias y un sin cesar de beber a bocanadas de tu amor, llegaron las respiraciones entrecortadas, calma, abrazos y un último beso mío que lo único que quería era decirte que te quería y que estaba deseando verte despertar allí, entre mis brazos, dejándome observar tus montañas, tus caminos curvilíneos y tu viento suave.

Sé que nos pasó. La rutina pudo con nosotros, no nos veíamos y tú, con una cafetería que llevar, conociste a otra persona. He aceptado que ya no te tendré en mi vida pero eso no implica que no me pueda despedir de ti como realmente quiero y necesito. 

Aquel instante sentado en la cafetería donde te había conocido, frente el uno del otro, supe que lo que te habías estado guardando iba a romperme. Así sucedió. Tu voz se había apagado, ya no tenía esa alegría de cuando nos conocimos. Dijiste que sería mejor dejar nuestra relación, te respondí que no quería que lo dejásemos, que podíamos volverlo a intentar, que eras la mujer de mi vida pero ya lo habíamos intentado una vez y tú no dabas segundas oportunidades, no creías en ellas. 

Cuando te levantaste para irte no solo susurré que no te fueras, que te necesitaba, inclusive lo grité desde mis adentros. Me escuchaste, pero tras una rápida mirada atrás, seguiste caminando.

Desde entonces vivo con ese beso que no probaron tus labios por última vez, se quedó perenne el “no te vayas, te necesito" como una súplica. 

Mi boca me recuerda que te quiero cada día viviendo junto a mi y volviendo a repetir momentos como la noche en Madrid y muchos otros que le sucedieron.

No solo yo compartía contigo mis más bonitos poemas inspirados en ti, de igual manera mis besos lo hacían, hablaban, Katrina. Ahora lo sé.

En el momento de conocernos, acerté a que serías la chica de la que no me podría olvidar y así ha sido.


Hasta siempre, mi huracán.

Con mucho amor, Gaël.

Comentarios

Entradas populares de este blog

{ TIEMPO. DISTANCIA. }

{ TODO VA MEJOR AHORA }

{ ERITEHIA } 1ra parte.